Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? ¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe? Mateo 6:25-30

¿Por qué nos preocupamos?

Decir que nos preocupamos no es nada nuevo. Una característica de la conducta humana es nuestra tendencia a hacerlo. Si bien este es un mecanismo para mantenernos alerta y enfocarnos en resolver un problema, pero muchas veces lo único que logramos es perder el enfoque en el presente y añadir estrés.

La preocupación es la sensación que experimentamos como resultado de no tener la capacidad de controlar las circunstancias presentes o futuras y los desafíos que la vida nos presenta. Es pocas palabras es una respuesta a la falta de control sobre el resultado de algo.

La variedad de cosas que nos afligen es tan amplia que podemos mencionar desde las necesidades más básicas, tales como comida, agua, y abrigo; hasta la preocupación por la vida misma y el tiempo que tenemos sobre esta tierra.

La preocupación y la valoración

El nivel en que nos preocupamos por personas, cosas o situaciones depende mucho del valor que hemos asignado a cada una de ellas. Por ejemplo, todos estamos conscientes que hay personas que están enfermas, pero es hasta que alguien cercano a nosotros es afectado, que nos preocupamos realmente.

Otro ejemplo es que pocas personas pierden el sueño si extravían unos pendientes que valen un par de dólares. A menos que estos tuvieran algún valor sentimental, la mayoría simplemente los repondrían sin pensarlo dos veces.  Caso contrario, a muchos les daría un infarto saber que perdieron un anillo de diamantes genuino.

Lo que Jesús está queriendo enseñar es que muchas veces la preocupación es solo resultado de un mal sistema de valoración en nuestra vida. Hemos puesto valor en cosas que realmente no lo tienen y terminamos preocupándonos más de lo debido. Hay cosas a las cuales debemos prestar atención y hay otras que no deberían afectarnos porque simplemente son pasajeras.

Muchos padres invierten mucho tiempo trabajando para darles a sus hijos todas las cosas que ellos no tuvieron de pequeños, lo cual no es malo, pero descuidan el hecho de desarrollar una relación genuina con ellos que es realmente lo más valioso.

¿Dios alimenta las aves?

¿Cuántas veces hemos visto a Dios dando de comer a las aves? El no necesita hacerlo ya que les dio algo llamado instinto. Ellas vuelan alrededor de los árboles, flores, o cualquier otra posible fuente de alimento y usan sus sentidos para localizarlo. En otras palabras, podemos decir que las aves hacen su trabajo de acuerdo a las herramientas que les ha sido dadas y confían que cada día encontrarán lo necesario para vivir. De la misma manera, Dios nos ha dado sentidos, capacidades o talentos que debemos poner a trabajar y confiar que su uso apropiado traerá provisión para nuestra vida y aquellos que dependen de nosotros. Preocuparse es un síntoma de no confiar en este diseño divino.

Preocuparse divide

La palabra que se traduce como afanarse o preocuparse es muy interesante. Proviene de una raíz griega que significa dividir o compartir. Lo que esto significa es que cuando nos afanamos o preocupamos por algo, nuestra atención esta dividida o es compartida entre las cosas que  enfrentamos hoy y las que tendremos que enfrentar en el futuro. De esta manera, al no poder poner todo nuestro enfoque y capacidades en una sola cosa, perdemos la habilidad para pensar correctamente. Como resultado, es mucho más difícil llegar a una solución para cualquier problema y en este proceso añadimos más estrés y ansiedad a la situación.

No preocuparse por el día de mañana no se debe interpretar como no planear para el futuro. Debemos entender que se trata de lidiar con las situaciones correctas en el momento correcto. Usemos como ejemplo que tenemos una entrevista de trabajo y estamos sumamente nerviosos al respecto. En lugar de enfocarnos en buscar información de la compañía, a que se dedican y como presentarnos como la mejor opción laboral a contratar, nos la pasamos ocupados pensando en todas las cosas que pueden salir mal y todas las razones por las que pueden pensar que no somos los mejores candidatos para la plaza. Nos debemos preparar para el futuro pero no entrar en ansiedad al respecto.

Debemos enfocarnos en lo que puedo hacer en el presente, y confiar que todo lo que puede venir en el futuro Dios nos proveerá la forma de salir adelante.

¿Qué hacemos al respecto?

En primer lugar debemos aprender a valorar lo que realmente es importante en la vida y estar conscientes que es imposible tener control y anticipar todos los posibles escenarios o resultado de algo.

Segundo, debemos enfocarnos y poner toda nuestra atención en aquellas cosas que están frente a nosotros en el presente y así, buscar trabajar en ellas en una forma ordenada. Es bueno planear para el futuro y hacer lo que corresponde paso a paso un día a la vez.

Por último, después de haber hecho todo lo que está de nuestra parte y haber puesto nuestros dones a trabajar, debemos confiar y descansar en Dios, sabiendo que todo lo que trae el futuro trabajará para bien en nuestra vida.