Un café

No fue hace más de un par de semanas que me di cuenta que el café que tome por años era malo. Nunca fui muy inclinado a tomar café, si debo ser sincero tengo que confesar que no conocía la diferencia entre un café instantáneo de sobre y un espresso de máquina.

El gusto por el café fue un efecto secundario de mi trabajo, donde todos eran amantes de esta bebida. Era casi obligatorio compartir una taza juntos cada mañana y en más de una ocasión también por la tarde. No sabía si lo que tomábamos era de calidad o no, solo escuchaba decir entre los comentarios que era muy bueno.

Cuando me interesa algo comienzo una búsqueda interminable por encontrar toda la información posible con relación a eso que ha atrapado mi atención. Dicen que cada tema es un mundo, y siempre he sido de los que les gusta descubrir mundos.

He aprendido que cuando uno se dispone a buscar algo, las oportunidades también comienzan a buscarnos y no pasa mucho tiempo en que sabemos lo suficiente como para poder identificarlas. Con el tiempo la
ocasión se presentó y tuve la oportunidad de tomar un curso de catación. Me di cuenta que existe todo un universo por conocer el cual ignoraba por completo.

Descubrí que lo que muchas veces consideramos bueno, es bueno solo cuando lo podemos poner a la par de algo más y lo comparamos. Solo me bastó tomar un par de sorbos de café de especialidad para comprobar que había una gran distancia entre lo que yo había estado tomando y lo que estaba disponible y yo ni si quiera sabía que existía.

Lo bueno y lo malo

Estoy lejos de ser un experto, pero el haber estado expuesto a diferentes calidades de café me da la capacidad de saber diferenciar y estar consciente de cuando estoy frente a una buena taza o a agua con color.

Creo que de alguna forma esto se parece un poco a la vida. Podemos apreciar mucho mejor las buenas temporadas solamente cuando hemos pasado por algunas malas. Con esto no quiero decir que hay que buscar lo malo para apreciar lo bueno, sino que el haber pasado por diferentes experiencias nos da la madurez o nivel de conciencia suficiente para saber apreciar y valorar lo bueno. Podemos decir que las cosas son buenas solo al ponerlas a la par de otras que no lo son, es decir, sino hubiera un contraste todo sería estándar y no tuviera nada de especial.

Mi café no era bueno ni malo, era solo mi café. Fue hasta que probé algo mejor en que este se convirtió en malo. En este sentido, es muy posible encontrarnos viviendo vidas muy poco satisfactorias y simplemente no lo sabemos por qué es lo que siempre hemos tenido. Eso es a lo que hemos estado expuestos y por lo tanto a lo que nos podemos llegar a conformar. Sin embargo, cuando nos damos cuenta que hay una manera diferente de vivir, nos convertimos en los candidatos perfectos para que la inspiración se convierta en el combustible que nos empuje al cambio y al crecimiento.

En movimiento

Pueda que esto no tenga mucho sentido, pero si todo fuera bueno y de una sola vez tuviéramos acceso a lo mejor, entonces no existiría el movimiento o el avance. Se que es un error compararnos con otros ya que la referencia para el avance solo podemos ser nosotros mismos. Pero exponernos a lo que otros han hecho o el camino que han recorrido nos debe servir   de inspiración para motivarnos a avanzar en nuestro propio camino.

El movimiento es una de las cosas que le da a nuestra vida propósito y significado. Es por esta razón que muchos que lo tienen todo pueden perder la capacidad del asombro y la inspiración.

Si estas pasando por buenas temporadas aprécialas y disfruta de ellas. Si estas pasando por malas temporadas aprende la lección que traen a tu vida, y míralas como un desafío que te prepara para vivir una vida con mayor significado.