El fin desde el principio

Por mucho tiempo pensé que la historia de la creación del hombre y del jardín del Edén era un relato acerca de los orígenes del primer ser humano. Se que al igual que yo, muchos en más de una ocasión, han hecho esta misma afirmación. Fue hasta que leí Génesis desde la óptica de este pasaje en Isaías que mi forma de interpretar sus primeros capítulos cambió completamente.

Yo anuncio el fin desde el principio; anuncio el futuro desde mucho antes. Yo digo: Mis planes se realizarán; yo haré todo lo que me propongo. Isaías 46:10

Isaías literalmente nos está diciendo que Dios señala desde un principio cuál será el final. Siendo así, podemos decir que la Biblia inicia contándonos el final de la historia del hombre. Adán en el jardín del Edén no es necesariamente un relato del origen de la humanidad sino más bien del futuro de esta.

Si pensamos en forma lineal, es fácil creer que el inicio es el extremo opuesto al final. El problema está en que Dios no siempre describe al tiempo en forma lineal, sino más bien en forma cíclica. Es desde esta perspectiva que el punto final es el mismo punto de inicio.

 

Los cielos en la tierra

Para poder entender el significado del Edén, lo primero que debemos considerar es el principio espiritual como es en los cielos, sea hecho en la tierra. Este nos dice que el mundo espiritual y el mundo natural son un mismo sistema donde lo que sucede en uno es reflejado en el otro. Es decir, lo que podemos ver es solo la manifestación de lo que no podemos ver. Por ejemplo, toda acción visible pertenece al ámbito de la tierra, y es la manifestación de una intención invisible que pertenece al ámbito de los cielos.

Y Dios el Señor plantó un huerto en Edén, al oriente, y allí puso al hombre que había formado. Génesis 2:8

El jardín del Edén era entendido como la manifestación visible del ámbito invisible de los cielos. Es el punto donde ambos mundos conectan e interaccionan como uno solo.

Este principio también nos dice que dentro de un sistema existen versiones más pequeñas de sí mismo, que nos ayuda a entender y tener una perspectiva del sistema total. Cada versión más pequeña es representativa del todo y está conectada a él, de tal forma que si modificamos una afectamos a la totalidad.

La tierra era lo que el hombre entendía como toda la creación física, y era la parte visible del sistema. Este se caracterizaba por poseer cuatro puntos cardinales, cuatro estaciones y estar formado de cuatro elementos básicos.

En este sistema se encontraba una versión más pequeña de sí mismo, que se entendía estar  representado por Edén. De la misma forma, dentro de Edén se encontraba el Jardin, y dentro del jardín el hombre. Cada uno de ellos eran una versión más pequeña del sistema total. Los cuatro puntos cardinales y las cuatro estaciones estaban presentes en los cuatro ríos que salían del interior de Edén. De la misma forma el hombre se entendía que había sido formado de tierra de los cuatro puntos cardinales.

 

El mensaje del Jardín

Hay un mensaje muy claro que está presente en cada uno de los sistemas que hemos mencionado y nos habla acerca del mundo espiritual. Dios habita toda la creación, pero habla y camina libremente en el nivel más interno, el jardín. Podemos distinguir un patrón de tres niveles que en la creación se ve así: la tierra, Edén y el jardín del Edén.

Este patrón de tres accesos también lo encontramos en el diseño del tabernáculo y el templo: atrios, lugar santo, y lugar santísimo. Y nuevamente, el lugar donde la presencia de Dios habita es la parte interna denominada el lugar santísimo. Siguiendo este modelo el hombre está compuesto de cuerpo, espíritu y entendimiento. Donde el entendimiento es el corazón o alma del hombre, lugar donde Dios habla y habita.

El jardín del Edén, entonces, representa la parte más interna del hombre, su entendimiento, alma o corazón. Es la parte interna que tiene la capacidad de proveer un lugar donde Dios pueda habitar, de estar alineado con los cielos y  luego hacerlos visibles en todas nuestras acciones en la tierra. Más que ser un lugar físico, el huerto representa ese estado espiritual en armonía y unidad completa con el Creador. Es la manifestación del hombre y Dios habitando un mismo lugar, conviviendo cara a cara sin ninguna división.

Un jardín nos habla de vida, conexión, armonía, deleite, provisión. Es un lugar de refugio, calma y seguridad. Es el espacio donde conectamos con los cielos y escuchamos la voz de Dios.

Como seres humanos somos un versión más pequeña de todo el sistema. Por lo tanto tenemos la capacidad de manifestar al exterior cualquiera que sea nuestro estado interior. De esta forma, si tenemos acceso a los cielos podemos transformar nuestra realidad en un paraíso. Caso contrario la transformamos en un caos total.

Una vida conectada a los cielos refleja en su exterior armonía, balance, y confianza, aun cuando las circunstancias que lo rodeen sean adversas. Nuestra vida estará llena de significado y trascendencia. Lo que nos conecta o desconecta de esa realidad es nuestro entendimiento,  por lo que el trabajo espiritual tiene que ver con renovar el entendimiento.

Una nueva creación

Cuando el hombre se desconectó de Dios el acceso al Jardin del Edén fue bloqueado. En otras palabas, la conexión entre los cielos y la tierra se perdió, es decir, la conexión entre Dios y el entendimiento del hombre.

Es de mucha importancia entender este concepto para poder entender que la misión de Jesús en la tierra como un nuevo Adán era restaurar ese estado de armonía previo que se perdió.

Profesar una religión no lo mismo que estar conectado a los cielos.

Y por medio de él (Cristo) reconciliar consigo todas las cosas, tanto las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y también a ustedes, que en otro tiempo eran extranjeros y enemigos, tanto en sus pensamientos como en sus acciones, ahora los ha reconciliado completamente. Colosenses 1:20-21

 

 

El hombre intentó restaurarlo temporalmente a través de rituales externos que eventualmente se convertían en simples reglamentos que hoy llamamos religión. Estos se basan en hacer cosas externas para provocar un cambios interno. La enseñanza de Jesús se basó en renovar lo interior para luego afectar el exterior. Él lo llamó arrepentimiento, cambio de entendimiento o transformación de la conciencia. Profesar una religión no lo mismo que estar conectado a los cielos.

Jesús fue el primero en modelar al hijo que está conectado completamente a los cielos. Es decir, fue el iniciador de una nueva creación, un nueva tierra, un nuevo jardín del Edén. Este fue el futuro que Dios anunció desde el principio, una humanidad conectada nuevamente a Él.

Así también está escrito: El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser con vida; y el postrer Adán, un espíritu que da vida. 1 Corintios 15:45

Nuestra historia comienza con un Adán en el cual predominó la tierra y termina con un Adán en quien predomina el cielo.