Le llamo geografía espiritual a la relación que existe entre los lugares geográficos descritos en la Biblia y el estado espiritual de una o varias personas que están relacionadas a ese lugar. Ante todo, una característica de las enseñanzas bíblicas es que todos los elementos de una historia han sido cuidadosamente ordenados para transmitir un mensaje que va más allá de los meros personajes y las acciones que estos llevan a cabo.

En muchas ocasiones la Biblia nos proporciona detalles sobre la geografía de los escenarios donde toman lugar las historias, las ciudades donde acontecen y aún la hora del día en que se desarrollan.

La geografía y el espíritu

Para poder entender un poco la relación que existe entre la geografía y el estado espiritual de una persona, primero debemos ir hasta la historia de la creación y recordar cómo fuimos formados.

Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente. Genesis 2:7

El ser humano es una combinación del polvo de la tierra y del soplo de Dios. En otras palabras, somos una mezcla de elementos físicos y elementos espirituales que están en una constante relación influenciando el uno al otro, y nos dan de esta forma, la capacidad para enlazar ambas realidades.

Por lo tanto, los lugares geográficos descritos en las historias bíblicas son una representación de la condición o el estado espiritual de una o las personas que están relacionadas a dicho lugar.

La tierra y el corazón

Escuchen ahora lo que significa la parábola del sembrador: Cuando alguien oye la palabra del reino, y no la entiende, viene el maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón… Pero la semilla sembrada en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, y produce cien, sesenta, y treinta semillas por cada semilla sembrada. Mateo 13:18-19, 23

El corazón es la fuente de las emociones, los deseos, el entendimiento, la moral, y la conciencia. En este sentido, hablar del corazón es hablar de la esencia de una persona. En la parábola del sembrador podemos ver como cada elemento que la tierra produce es una imagen de los diferentes escenarios que la vida nos presenta y los conflictos espirituales que hemos de enfrentar. Jesús fue muy claro al comparar la tierra con el corazón de una persona y como dependiendo de su calidad este tiene la capacidad de producir fruto o producir espinas.

Todo viaje es un proceso de transformación

Pero el Señor le había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Yo haré de ti una nación grande. Te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Genesis 12:1-2

Cuando viajamos y conocemos lugares nuevos y culturas diferentes nuestra mentalidad y forma de ver la vida se amplía. De forma similar, siempre que la Biblia nos muestra un viaje o una travesía a otras tierras, de lo que nos esta hablando es de un proceso de transformación espiritual ya sea ascendente o descendente.

Por ejemplo, Dios llamó a Abram a salir de la tierra donde habitaba para llevarlo a una tierra desconocida donde lo bendeciría y su nombre sería engrandecido.

Su promesa y bendición estaba relacionado a su lugar de habitación, es decir, al estado de su corazón y crecimiento espiritual. En el camino a la tierra prometida, enfrentó diversas pruebas las cuales fueron moldeando su carácter y transformando su naturaleza, en otras palabras, engrandecer su nombre.

Un mapa para el crecimiento interior

La geografía espiritual de la Biblia nos provee una especie de mapa que nos indica la condición espiritual en la que nos encontramos, el estado de nuestro corazón o los posibles procesos que estamos atravesando por medio de cuales estamos siendo transformados. También nos da una pauta para saber porque es que no estamos dando todo el fruto que tenemos la capacidad de producir y la razón por la que no hemos alcanzado muchas bendiciones. No es que el camino se hará más fácil pero nos da claridad para saber si estamos en la ruta correcta o debemos modificar nuestro rumbo.

De la misma manera en que Dios llamo a Abraham a hacer un viaje a lo desconocido para ser elevado, también nos hace a nosotros el mismo llamado a dejar nuestra tierra para llegar a un nuevo lugar de bendición y estado espiritual. ¡Bienvenido a esta aventura!