Conocer la voluntad de Dios debería ser fácil, sin embargo, pareciera ser una de las tareas más difíciles que podemos llevar a cabo. Siempre que pienso en este tema, imagino que hay algún  tipo de plano o  archivo celestial de la ruta de mi vida y todas las cosas que Dios quisiera que yo llevara a cabo. Algo similar a un laberinto con el camino ya señalado.

La mayoría de personas enfrenta la vida tomando decisiones sin tener idea de qué es la voluntad de Dios. Como resultado caen presa del famoso no quiero salirme del plan para mi vida. Como si eso significara tomar una ruta diferente del laberinto de la vida en la que nunca darán con la salida.

Aprendiendo a conocer su voluntad

Cuando me enfrentaba a una decisión difícil de tomar, acudía a mis padres, amigos o alguien que consideraba estaba más cerca de Dios que yo. Para mi frustración la repuesta que muchos me daban era: “pídele a Dios y Él te dirá las respuestas”. En mi interior yo pensaba algo así: ¿Qué piensa que he estado haciendo por las ultimas semanas? si ya Dios me hubiera dicho algo, ¿crees que estaría aquí haciéndote esta pregunta? Claro, mi respuesta iba acompañada de una sonrisa de cortesía y sonaba algo como, gracias eso haré.

Me sentaba en mi cama y trataba de recordar todas las enseñanzas que había leído en la Biblia o  había escuchado de alguien. Me ponía a pensar ¿en cual de todas ellas hay información si debo comenzar un negocio o no? ¿debo hacer esta inversión en particular? ¿que carrera debo estudiar? o ¿la compañera de clases que me gusta es la mujer de Dios para mi vida?

Con el tiempo, muchas equivocaciones, leer continuamente la Biblia y otros tantos libros con relación al tema, comencé a entender cómo es que podemos aprender a conocer Su voluntad. No quiero decir que ya no tengo dificultades al momento de tomar decisiones, sino que hoy tengo un poco más claro cómo es el proceso de buscar la guía de Dios cuando una respuesta no está en forma literal en Su Palabra.

¿En la Biblia están todas las respuestas?

Es muy posible que la Biblia no te diga que carrera estudiar,  con quien casarte,  si debes comenzar un negocio o conseguir un empleo; sin embargo Dios si nos ha dado a conocer su voluntad o su deseo para nuestras vidas:

¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios. Miqueas 6:8

A grandes rasgos lo que Dios espera de nuestros es que hagamos lo que es justo, que seamos misericordiosos unos con otros y que vivamos reconociendo a Dios en todo lo que hacemos, es decir, ser humildes. ¡Todos los detalles los deja a elección nuestra!

A lo mejor esto no suena muy parecido a lo que siempre nos han dicho en las iglesias: deja que Dios tome el control de tu vida. La verdad es que fuimos diseñados con la capacidad de decisión, y si de alguna forma debemos crecer en sabiduría, la única forma de hacerlo es aprendiendo a tomar decisiones.

Ahora bien, que Dios tome el control de nuestra vida significa que usemos los lineamientos que nos ha dejado como una guía para tomar decisiones de calidad. Dicho de otra forma, decisiones cuyos resultados en el tiempo sean positivos y vayan de acuerdo con nuestras convicciones, y es en la Biblia que encontraremos esos lineamientos o parámetros. Además nos ha dado un ayudador para guiarnos a toda verdad, no para decirnos que hacer, sino para guiarnos a lo que es verdadero.

Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad. Juan 16:13ª

¿Yo decido?

¿Yo tengo que decidir sobre todos los detalles? Eso es muy arriesgado, es mejor que El me diga que hacer, así no me equivoco. El problema es que hemos usado esta idea para quitarnos responsabilidad del proceso de decidir.

He escuchado muchas personas a las que por diferentes razones les fue mal en una relación. Usualmente dicen algo como esto: no entiendo por qué Dios me permitió iniciar una relación con él o ella si sabía que me íbamos a terminar mal. Pues la verdad es que Dios nos permite conocer cientos de personas todos los días, nosotros tomamos la decisión de que nivel de relación desarrollamos con cada uno de ellos. Dios no te dirá que hacer en los detalle de la vida, pero si te dará su guía y consejo.

Su voluntad y el algebra

Para mí la Biblia es como un libro de algebra que nos da las ecuaciones de la vida. Nos dice que al sumar x + y nos dará z como respuesta. En un libro de algebra no está la respuesta a todos los posibles problemas que puedan existir, pero si esta la metodología para resolver cada uno de ellos.

De forma similar, Dios nos da ciertas líneas guías o parámetros (lo que llamamos Su voluntad) que nos servirán para aplicar en una situación determinada. A continuación veremos algunos de esos parámetros que nos ayudarán a saber cuál es el consejo o guía de Dios en un momento determinado, en otras palabras, conocer Su voluntad.

No están dados en orden de importancia, así que todos deben ser valorados para que sean de utilidad.

El sentido común

Muchos dicen que este es el menos común de todos los sentidos. Si bien hay muchos ingredientes en relación al sentido común, solamente diré que tener sentido común significa hacer juicios o valoraciones razonables basándonos en la experiencia personal y de otros. La voluntad de Dios usualmente es razonable. ¿Qué quiere decir esto? La mayoría de las dudas usualmente se resuelven aplicando el sentido común.

Te doy un ejemplo, he escuchado a muchos decir que Dios les regalo un carro. ¿Cómo así? me pregunto, pensando que me dirán que un familiar o amigo les regalo literalmente un carro y lo puso a su nombre, o que alguien les vendió uno a un precio sumamente bajo. Para mi sorpresa me doy cuenta que lo que realmente están diciendo es que sacaron un crédito con una cuota de $300 cuando solamente ganan $600. ¡Eso simplemente no tiene sentido! La mayoría de asesores financieros te dirán que deberías gastar de un 10-15% de tu ingreso en un vehículo. Siguiendo el ejemplo de $600 eso equivale a que puedes pagar entre $60-$90 al mes.

¿Dios no quiere que tenga carro? Creo que lo que Dios no quiere es que cometas una de las peores decisiones financieras que pueden existir. Al decir que Dios te lo regalo, estas justificando el hecho que ya lo compraste y al mismo tiempo te haces ver como una persona de fe, pues confías que Él te ayudará a hacer los pagos. Cuando estés perdiendo tu carro por no poder pagarlo, no te preguntes, ¿Por qué permitió Dios que comprara este carro si sabia que lo iba a perder?

Las circunstancias

Lo que ocurre a tu alrededor es una forma que Dios da a conocer Su voluntad. Ellas funcionan como indicadores de la dirección que debemos tomar en algo particular. Hay momentos en que todo se alinea para que pase algo y en otras todo se alinea para lo contrario.

La actitud correcta con relación a las circunstancias es que debemos permanecer sensibles a escuchar la voz de Dios en ellas y no a imponer nuestra voz a pesar de ellas. Ocurre en ocasiones que ya tenemos decisiones tomadas y aunque vemos que todas las puertas se cierran nos empecinamos en lograr nuestros objetivos. También ocurre el caso opuesto, tomamos el más mínimo de los obstáculos como una excusa para evitar hacer algo que sabemos es la dirección a seguir.

Las motivaciones y deseos del corazón

Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. Salmos 37:4

Si te tomas el tiempo para buscar dentro de tu corazón las razones por las que realmente quieres algo te sorprenderás. Muchas veces las motivaciones que encontramos son egoístas y no irán más allá de buscar una satisfacción pasajera. Cuando nuestra motivación busque beneficiar a otras personas y no solamente a nosotros mismos, es una señal que estás más acordes al deseo de Dios. Debemos recordar algo, Dios trata con individuos, pero su intención siempre es de beneficio para un grupo. Aclarar una motivación nos puede llevar tiempo, ya que están en lo más profundo de nuestro ser y se pueden esconder detrás de deseos aparentemente buenos.

Usualmente usamos Salmos 37:4 para justificar que Dios tiene que conceder mis deseos, pero no leemos los versos anteriores donde habla de buscar el bien, ser pacientes y no envidiar a los que prosperan en la forma equivocada. Si la impaciencia y la envidia está detrás de tu “buena intención” está claro que no es tan buena.

(Ver segunda parte)