Jesús fue llevado por el Espíritu de Dios al desierto para tener una conversación con el diablo. Cada una de las ocasiones en las que fue tentado debieron representar una lucha real. Ya que, para que algo califique como una tentación, debe ser un momento donde es necesario utilizar hasta el último gramo de nuestra fuerza de voluntad para no dejarnos vencer.
Luego Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Mateo 4:1
Siempre que he leído este relato, he imaginado una escena en la que hay una conversación y un enfrentamiento cara a cara en contra del diablo. Esto se debe al hecho que solemos interpretar estos pasajes en forma literal. En ningún momento pasó por mi mente la posibilidad que Jesús realmente estuviera teniendo un lucha interna y una conversación consigo mismo.
La inclinación al bien y al mal
De acuerdo al pensamiento hebreo, el hombre fue diseñado por Dios con un impulso o una inclinación para escoger hacer el bien o el mal. En este sentido, la inclinación al mal no es maldad, es solo un deseo o un impulso a hacer el mal que varía de acuerdo a cada persona. Si no controlamos y sometemos este impulso, nos termina llevando al mal.
Jesús siendo hombre, tuvo que tener ambas inclinaciones. De otra forma ¿Cómo nos podría decir que venció una tentación si nunca tuvo un impulso o una inclinación real al mal contra la cual luchar? Esta es la razón por la que es llevado al desierto por el Espíritu de Dios. Para que él mismo se dé cuenta qué había en su corazón y pudiera someter estas inclinaciones a la voluntad del Padre.
Una entrevista en el desierto
Pasar por el desierto es similar a una entrevista de trabajo. Los candidatos se pasan por una serie de pruebas para determinar si tienen la capacidad de afrontar los desafíos que conlleva dicha posición. Es usual que se les examine con casos de la vida real para ver cuál es el curso de acción que tomarían en un determinado escenario. El desierto es un examen donde se nos evalúa en escenarios de la vida real para que nos demos cuenta de cuál es nuestro verdadero estado interno. Representa el instante donde realmente llegamos a conocer quiénes somos y de que estamos hechos. Ver Geografía Espiritual.
Te acordarás de todo el camino en el desierto, por donde el Señor tu Dios te ha traído estos cuarenta años para afligirte y ponerte a prueba, y para saber lo que había en tu corazón, y si habrías de cumplir o no con sus mandamientos. Deuteronomio 8:2
El principio de los opuestos
Toda circunstancia en la vida obedece al principio de la polaridad. Es decir, todo tiene un opuesto que es igual en naturaleza pero ubicado en una posición contraria en el espectro. Esto se puede ver representado en las matemáticas en un plano cartesiano, donde por cada número positivo existe su opuesto negativo. Como ejemplo podemos ver la vida y la muerte, la bendición y la maldición, el bien y el mal, etc. Cada uno de estos ejemplos es un opuesto o un contrario del otro.
Hoy pongo a los cielos y a la tierra por testigos contra ustedes, de que he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan; Deuteronomio 30:19
Jesús podía hacer la voluntad de Dios o hacer lo opuesto. Cada opción presentada por satán es simplemente lo que Jesús haría en una determinada situación operando en una naturaleza opuesta a la voluntad de Dios.
El significado de la palabra satán es el adversario o el provocador, y usualmente se usa en la Biblia como un verbo o una función, no como el nombre de alguien en particular. El hecho que Jesús fuera tentado por el diablo, significa que fue provocado en sus pensamientos a operar en una forma contraria o adversa a Dios.
Una lucha hasta el fin
Jesús enfrentó los mismos deseos con los que todos somos tentados continuamente. Entre ellos podemos mencionar el dudar de la provisión divina, o el de creer que toda acción que hagamos tiene que ser respaldada por Dios. También el hecho de inclinarse a servir por completo a sus deseos más básicos y egoístas para obtener algo temporal.
En toda situación logró someter sus impulsos y hacer la voluntad de Dios. Aun en los momentos antes de su muerte estaba luchando por hacer la voluntad del Padre.
Unos pasos más adelante, se inclinó sobre su rostro y comenzó a orar. Y decía: Padre mío, si es posible, haz que pase de mí esta copa. Pero que no sea como yo lo quiero, sino como lo quieres tú. Luego volvió con sus discípulos, y como los encontró durmiendo, le dijo a Pedro: ¿Así que no han podido mantenerse despiertos conmigo ni una hora? Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo 26:39-41
Cuando somos tentados por algo en particular comenzamos un conversación con el diablo, es decir, con esa naturaleza contraria que nos presenta argumentos del porque si debemos hacer o no hacer algo.
Es necesario entender que la tentación no proviene de una fuerza o un ser externo, sino que es un reflejo de la inclinación interna que debe ser gobernada.
Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. Santiago 1:14
Cuando somos tentados el verdadero enemigo está dentro de nosotros mismos. Y la única razón por la que se ha hecho fuerte es porque por mucho tiempo hemos prestado atención a sus argumentos y hemos mantenido la conversación.